'Geocaching', el juego que consiste en encontrar cajas con ayuda de un GPS, puede practicarse en solitario, pero sus seguidores lo aprovechan para entablar nuevas amistade.
Hay miles, aunque casi nadie los ve, y pueden estar en cualquier sitio. Entre unos matorrales, cerca de una estatua, en una fuente o al cobijo de paredes falsas. Es difícil encontrarlos por casualidad y sus características no llaman demasiado la atención: pequeños objetos que no suelen tener mucho valor económico metidos generalmente dentro de fiambreras. Así son los caches o tesoros, las cajas más preciadas para los seguidores del geocaching, un juego considerado deporte por algunos que cada vez tiene más adeptos en todo el mundo.
El objetivo de los geocachers, como se denomina a los participantes de esta actividad, es encontrar esos tesoros con ayuda de un GPS. Previamente han tenido que apuntar las coordenadas en las que se encuentra la fiambrera. La página oficial del geocaching reúne las localizaciones de todos los caches que hay en el mundo y es donde quien esconde un objeto debe indicar su situación. "Aunque en teoría puede parecer una tarea sencilla porque sabemos las coordenadas, en realidad no es tan fácil", explica Antonio Bastante, miembro de la junta directiva de Geocachingspain , un club en el que están registradas casi 500 personas. "Los GPS tienen un margen de error de 5 ó 6 metros y los tesoros están muy escondidos", explica. El juego se complica aún más si, en lugar de en una ciudad, se desarrolla en zonas montañosas con rocas. "En ese caso, el error del GPS es mayor y diez metros arriba o abajo pueden hacer que subas a un pico y que el cache esté en una hondonada o viceversa", comenta Bastante. En otras ocasiones, las coordenadas solo guían hasta una pista o adivinanza intermedia que hay que resolver para conocer el siguiente punto de referencia. "En las grandes ciudades están escondidos muchos tesoros. En Madrid, por ejemplo, hay uno en cada monumento digno de visita, para que la gente pueda conocerlo todo", explica el geocacher Santiago Sánchez López.
El Geocaching nació hace diez años, cuando el Gobierno de Estados Unidos suprimió la degradación premeditada de la señal de los GPS. Pocos días después, una persona escondió en las afueras de Portland un recipiente con varios objetos. El primero en encontrar aquel tesoro fue Mike Teague, que creó una página web para registrar la localización de todos los que se fueran colocando. Ahora existen en el mundo más de 1.100.000 caches en unos 220 países, según la página oficial del geocaching.
Hay miles, aunque casi nadie los ve, y pueden estar en cualquier sitio. Entre unos matorrales, cerca de una estatua, en una fuente o al cobijo de paredes falsas. Es difícil encontrarlos por casualidad y sus características no llaman demasiado la atención: pequeños objetos que no suelen tener mucho valor económico metidos generalmente dentro de fiambreras. Así son los caches o tesoros, las cajas más preciadas para los seguidores del geocaching, un juego considerado deporte por algunos que cada vez tiene más adeptos en todo el mundo.
El objetivo de los geocachers, como se denomina a los participantes de esta actividad, es encontrar esos tesoros con ayuda de un GPS. Previamente han tenido que apuntar las coordenadas en las que se encuentra la fiambrera. La página oficial del geocaching reúne las localizaciones de todos los caches que hay en el mundo y es donde quien esconde un objeto debe indicar su situación. "Aunque en teoría puede parecer una tarea sencilla porque sabemos las coordenadas, en realidad no es tan fácil", explica Antonio Bastante, miembro de la junta directiva de Geocachingspain , un club en el que están registradas casi 500 personas. "Los GPS tienen un margen de error de 5 ó 6 metros y los tesoros están muy escondidos", explica. El juego se complica aún más si, en lugar de en una ciudad, se desarrolla en zonas montañosas con rocas. "En ese caso, el error del GPS es mayor y diez metros arriba o abajo pueden hacer que subas a un pico y que el cache esté en una hondonada o viceversa", comenta Bastante. En otras ocasiones, las coordenadas solo guían hasta una pista o adivinanza intermedia que hay que resolver para conocer el siguiente punto de referencia. "En las grandes ciudades están escondidos muchos tesoros. En Madrid, por ejemplo, hay uno en cada monumento digno de visita, para que la gente pueda conocerlo todo", explica el geocacher Santiago Sánchez López.
El Geocaching nació hace diez años, cuando el Gobierno de Estados Unidos suprimió la degradación premeditada de la señal de los GPS. Pocos días después, una persona escondió en las afueras de Portland un recipiente con varios objetos. El primero en encontrar aquel tesoro fue Mike Teague, que creó una página web para registrar la localización de todos los que se fueran colocando. Ahora existen en el mundo más de 1.100.000 caches en unos 220 países, según la página oficial del geocaching.
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