
Hay miles, aunque casi nadie los ve, y pueden estar en cualquier sitio. Entre unos matorrales, cerca de una estatua, en una fuente o al cobijo de paredes falsas. Es difícil encontrarlos por casualidad y sus características no llaman demasiado la atención: pequeños objetos que no suelen tener mucho valor económico metidos generalmente dentro de fiambreras. Así son los caches o tesoros, las cajas más preciadas para los seguidores del geocaching, un juego considerado deporte por algunos que cada vez tiene más adeptos en todo el mundo.
El objetivo de los geocachers, como se denomina a los participantes de esta actividad, es encontrar esos tesoros con ayuda de un GPS. Previamente han tenido que apuntar las coordenadas en las que se encuentra la fiambrera. La página oficial del geocaching reúne las localizaciones de todos los caches que hay en el mundo y es donde quien esconde un objeto debe

El Geocaching nació hace diez años, cuando el Gobierno de Estados Unidos suprimió la degradación premeditada de la señal de los GPS. Pocos días después, una persona escondió en las afueras de Portland un recipiente con varios objetos. El primero en encontrar aquel tesoro fue Mike Teague, que creó una página web para registrar la localización de todos los que se fueran colocando. Ahora existen en el mundo más de 1.100.000 caches en unos 220 países, según la página oficial del geocaching.
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